sábado, diciembre 30, 2006

PARA ANGELITO

Angelito, estás triste y tu corazón desea belleza, pero yo ahora no puedo dártela, porque también estoy triste. Tú lloras el amor que debe acabar, pues rasga el corazón con agudos zarpazos de muerte, como un niño pequeño de colmillos afilados; yo lloro el amor que quiere comenzar y no puede porque está atrapado entre las ruedas dentadas de esta enorme maquinaria ciega en la que hemos convertido el mundo.

¿Cómo puedo encender desde dentro la belleza de las cosas puras y simples que moran como animales de sombra en el revés de los recuerdos, si al volver de Marruecos dejé allí mi alma? Ahora solo puedo llenar de lágrimas los escasos huecos que me deja la furia, relámpagos pánicos, risas de hierba abatidas a tiros, ragnarok bajo el abrigo donde antes latía el corazón,

quiero romper la escalera por donde trepan los gusanos, dormir con los ángeles oscuros, apartar de mi rostro la telamuerte,

medrar por los ojos sin tiempo de mi amigo amado, grabar mi nombre en su corazón verde de bronce, quiero acariciar el lomo de la luna menguante donde los muertos levantan sus ciudades amarillas de espanto, trabajando noche y día en los túneles del sueño, escupiendo los cementerios vacíos, quiero amansar esta pesadilla que me aflige y te aflige,

Oh el Amor, semilla de lágrimas, palabra de muñeco, cuchillo de sangre dura, cocodrilo roto. En el centro del Universo mi cabeza te canta, mi boca te muerde, mi mano te empuña. Y en tus ojos un ratón blanco fatiga el laberinto llevando entre los dientes un pecho humano y vacío.

Es por eso, Angelito, que desconozco la belleza, y aún así día tras día...
Acúsame de no conseguirlo, pero no de no intentarlo...
No te afligas más, Angelito, por llevar a un dios escondido en tus ojos... Tú, no ella, fuiste el Amor; ésa es la verdad que a tus amigos nos basta.

Y lo demás no es más que literatura.

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